¿Hay alguien ahí?



Abrió los ojos, como un día normal de su vida diaria. El despertador sonaba con un sonido estridente que rebotaba por toda la habitación. Se levantó con cierta pesadez, arrastrando los pies hacia el armario. Cogió un par de prendas, las primeras que encontró, y se vistió con ellas. Un día normal en su vida diaria.

Sin embargo, algo había pasado. Había algo que la inquietaba, pero... ¿Qué? Solo era un presentimiento, quizá. Sacudió la cabeza, buscando quitarse esos malestares de su mente, y bajó a la cocina. Allí, para su sorpresa, no había nadie. ¿Dónde estaba todo el mundo? Su madre solía estar allí, preparando un suculento desayuno para "comenzar el día con fuerza", como ella decía siempre. Recorrió la casa, sin encontrar a nadie. Ni sus padres, ni su hermano, ni Chester (su perro).

Aquella sensación de intranquilidad que minutos antes había sentido volvía a acosarla. No era normal. El bolso de su madre seguía colgado en el perchero de la entrada, junto a los abrigos del resto de la familia. Ella nunca salía sin su bolso.

¿Qué estaba pasando?

Se sentó en la escalera, intentando comprender lo que ocurría. Hasta que el teléfono comenzó a sonar. Lo descolgó, llevándoselo a la oreja con tal rapidez y brusquedad que se golpeó la sien, maldiciendo por lo bajo como respuesta.

- ¿Quién es? - preguntó, ansiosa.

Una voz áspera, desconocida, respondió a través de la línea.

Comentarios